jueves, 11 de abril de 2013

Papeles y valores

La Europa de las dos velocidades se invierte en el metro de Barcelona. Allí, los guiris van despacito, a paso de turista, encantándose con las cien vigas del trasbordo del Passeig de Gràcia, mientras los locales van a toda prisa por el pasillo para llegar al trabajo.

Vivir lejos me ha vuelto incauto y no recordaba la regla de oro del usuario de TMB (A los trasbordos de Passeig de Gràcia i de Plaça de Sants, no), así que iba cagando leches para conseguir llegar a Clot. Tenía que presentar los avances de la tesis a Núria y a unos cuantos colegas del departamento en la UPF.

Conseguí hacer la presentación, y válgame decir que hacía años que no estaba tan nervioso por algo parecido a un examen oral. Después estuve trabajando más y volví a Copenhague cansado y contento, con cosas que poner por escrito en este blog.

Pero de eso hace tres semanas y muchas de las cosas que tenía que decir o han prescrito o se me han olvidado. Quitarme de encima ese hito me ha hecho sentirme como un ternero recién nacido que se sacude la placenta y mira hacia arriba, alrededor, hacia abajo, sin poder ver, con ojos blandos todavía sin cuajar, pero que al menos goza de movilidad. Supongo que cualquier analogía para explicar el proceso este de la suficiencia investigatoria o se parece mucho al mito de la caverna o se parece mucho a un parto, que bueno, también se parecen entre sí.

Y bueno, eso, que todo eso que tenía que contar que o bien ha prescrito o se me ha olvidado, pues nos tendremos que desentender,  así que daré un repaso a los testimonios gráficos que me he traído, parece que esta vez fotos de cosas escritas o de papel en su mayoría.

Aquí vemos las recetas de mi abuelo, en su máquina de escribir roja.




Una sombra de Cristo crucificada en una basura avisaba de que la Pascua estaba por llegar.


Alguien había dejado un catalógo de papeles pintados a pie del contenedor de reciclaje, por si a alguien le hacía falta un mamotreto con una portada de guacamayos.




En el interior encontrábamos esos papeles pintados horribles, defectivos, que se encuentran en las panaderías-degustación.


Pingüinos y falsa baldosa con falso paisaje pintado. Con esto ya se cubren dos paredes. Y las otras dos?




Una respuesta al papel pintado siempre es rasgarlo. Con la pintura también sirve. La estación de Ciutadella parece el pasillo de un correccional ucraniano.



Un cartel que me llenó de tristreza.


Y una musaca vegetariana en l'Hortet que me queda como una de las experiencias culinarias de estos días. Eso, y una tapa de lengua de ternera cocida y servida con pimentón como si fuera lacón.


En casa de mi madre, dos libros demasiado distintos estaban demasiado cerca: "Tabla para diabéticos" y "La experiencia dionisíacana del mundo", de Nietzsche. Esto me recuerda a un pasaje de El Ponche de los Deseos de Michael Ende.

"Ahora bien, es un hecho conocido que, a veces, los libros se tienen entre sí un odio mortal. Aun tratándose de libros enteramente normales, cualquiera que tenga un poco de tacto no colocará Justine junto a Heidi ni Las leyes tributarias junto a La historia interminable, aunque,
naturalmente, los libros normales no pueden oponerse a eso. Pero el caso de los libros de magos es totalmente distinto, sobre todo cuando rompen las cadenas de la esclavitud. Así, en pocos instantes, los incontables libros formaron, según su contenido, distintos grupos de combate, que se lanzaron unos contra otros con las tapas abiertas e intentaron devorarse."

No sé con qué libros se llevará mal, pero Toni Mata ha escrito éste y está muy bien. Fui a la presentación y aquí los tenéis retratado, al libro y al autor.


Víctor y Sandra son vegetarianos. En la botonera de su ascensor hay lechuga.


Volviendo a Copenhague, el invierno no era sólo interior. Tuve que rascarme los ojos un par de veces antes de entender que una parte de lo blanco era el suelo danés.


Volar con vueling es estrecho de narices, y lo digo yo que soy chiquitín. Ahora bien, tienen una muy buena revista de vuelo y un mensaje en la bolsa de vómito que venía muy a cuento, tanto al que padece de mareos como al tesista en su último semestre.

Mi colega Anders está en las mismas circunstancias (nuestro contrato expira el mismo día, creo), y para su cumpleaños, que era nada más llegar, no quise regalarle otro libro. Siempre regalo libros y lo que acabo regalando es obligación y culpa por no leerlos. Pero encontré una petaca en un rastro y, después de lavarla varias veces porque olía a cazalla, le hice un libro-caja más o menos siguiendo cutremente las instrucciones de esta página especializada en esconder alcohol en sitios.



Daba bastante el pego. Se llevó una buena sorpresa cuando vio que ese libro de ordenanzas de los años cincuenta no se regalaba para ser leído!

Y por último, si no vomité en el vuelo, sí que tuve que contenerme en una pastelería del Clot donde vendían una mona culé en la que se enumeraban Els Valors del Barça (con comillas enfáticas). 



Respecte
Esforç
Treball en Equip
Ambició
Humilitat


Catalunya también tiene su bushido.