sábado, 5 de octubre de 2013

Como una libertad que casi no se atreve uno a tomarse

El lunes entregué la tesis. 

El fin de semana anterior un barco de los más grandes de Mærsk, la empresa de logística danesa estuvo en el puerto de Copenhague. Teóricamente los barcos de esta familia son los mayores cargueros en servicio del mundo. El barco estaba amarrado cerca de la sirenita, así que muchos daneses que no irían a ver la sirenita un domingo de sol porque es cosa de turistas, se apelotonaban para subirse al Mærsk Majestic. 



Pensé que bueno, tampoco pasaba nada si iba yo también a verlo aunque tuviera tantas cosas por terminar. A fin de cuentas, hacía buen día y podía desayunar de camino. Es realmente enorme. Desde este ángulo parecía un edificio azul de nueva construcción, tal vez un almacén del puerto.



Y yo tengo la lente bastante sucia.


Pero eso también también mejora los efectos al hacer fotos. Ésta era la luz que atravesaba los pasillos acristalados de mi facultad el domingo, cuando llegué algo pasado el mediodía.



Las ventanas de casa tampoco están muy limpias, que digamos. El girasol, recuerdo superviviente de la boda de los padres de Pol, hace lo que puede con el otoño danés y la poca luz que le dejan los cristales roñosos. Al salir de casa le prometí que, antes de que se acabara la semana, lo cuidaría un poco y trataría de trasplantarlo.


De alguna forma el domingo y el lunes pasaron, entre impresiones y correcciones de última hora, añadidos inesperados ("Qué? el sumario de la tesis en danés me pedís?"), y bastantes nervios templados por unas tremendas ganas de acabar.

Súbitamente era martes. Me registré en el INEM danés y dediqué el resto del día a hacer el flaneur, como si fuera exactamente hace tres años, cuando acababa de llegar a Copenhague.

Me llamó la atención esta caja de cartón con un redondel rojo pegado que encontré subiendo por la calle que atraviesa la plaza del palacio real.



Al llegar a monumento a Churchill, me encontré un montón de puntos rojos. Y puntos negros sobre esos puntos rojos. El busto estaba cubierto de mariquitas en diferentes estadios, muchas de ellas larvas, bastantes ninfas y algunas pupas.

El grupo de mariquitas que rebullía entre la papada y el pliegue de la camisa del estadista (bueno, del bronce del estadista) daba bastante cosa.


Las mariquitas practican el canibalismo. Era a la vez repugnante y precioso–como lo son muchas cosas en entomología–ver como las larvas se comían a los adultos jovenes.


La zona está agolpada de monumentos


No muy lejos del busto de Churchill, pero mucho más limpía, está la fuente con una escultura de Gefion, que es la diosa nórdica de la agricultura, una especie de Démeter garrula que creó la isla de Selandia, donde está Copenhague, arrancando un trozo de tierra de la península escandinava y plantándola como isla en la boca del Báltico.


Volví a casa y me acosté. Al dia siguiente transplanté el girasol, pensando un poco en Gefion. 
Creo que defiendo la tesis antes de Navidad.