lunes, 9 de junio de 2014

El Islam en Islandia



El domingo llegué de Islandia. No había estado de vacaciones, sino que tuve que ir a una conferencia, pero no hay nada de malo en eso cuando me pude quedar en casa de Fabio. Su casa es lo de la izquierda, lo de la derecha es el taller de un escultor.


Como ya había estado antes, tampoco tenía la misma ansiedad por hartarme de paisaje, que es lo mejor que ofrece Islandia. Por suerte, Carla y Cristina, que también vinieron desde Noruega, tenían ganas de patrimonio.

Estuvimos en el Museo Nacional de Islandia, donde tenían una exposición temporal sobre artículos de plata. Aquí, un montón de remates de bastón.



El museo ofrece viaje a través de las décadas del siglo XX. Hay un fotomatón intocable.



Aquí, los setenta, con representaciones de las vacaciones charter y del primer disco de Björk.



También hay una sección para niños pequeña pero simpática.



Y vidrieras bastante feas.

Para vidrieras había que ir al Harpa, que es donde la conferencia tenía lugar.



Es un edificio diseñado por Ólafur Elíasson, de quien ya habíamos hablado, y que parece que lo hace absolutamente todo en Dinamarca, y aparentemente también in Islandia. De todos modos no me disgustan sus cosas.

 Dispusimos de un par de días libres para ver las calles de Reyjkavik.




Y a pesar del Noatún, dedicamos una buena parte del tiempo a comer por ahí. Encontraron un vegetariano que estaba la mar de bien.


Comimos en un sitio de pinchos de pescado en el puerto donde ponen sopa de langosta (que ya probé en mi primer viaje, aunque no me guste el marisco).




Y cenamos una noche en un restaurante finolis algo viejuno. Como casi siempre, el plato de carne y el postre eran algo aburridos pero el resto muy bien.


Era un menú degustación con una cerveza por plato.


Me figuro que la comida hasta hace veinte años era un horror, pero en Islandia tampoco se come tan mal. Bajo estas lineas, mi última comida islandesa en la estación de autobuses, donde sirven cabezas de cordero, aunque a mi a las once de la mañana me entraba regular y me conformé con unas milanesas.






Este vez tenía otra conocida en Islandia, una alemana de mi facultad que trabaja con nosequé de manuscritos islandeses del año de la tos, y estaba haciendo una visita para mirar unas piezas. El piso en el que se quedaba pertenecía a la universidad, y por lo visto había pertenecido a un antiguo académico fundador de una editorial, que era especialista en o bien poesía o bien marxismo o en ambas cosas.


La casa estaba llena de libros en alemán sobre Marx, Engels, Lening y Stalin,  y sobre poesía y humanidades en general. También había joyas como "Marx y Engels y la poesía".



También estuvimos en una obra de teatro que relacionaba de alguna forma las mariposas y los transtornos del sueño. Había una pequeña instalación de mariposas de papel.


Estaba todo basado en un libro que me da una pereza inmensa leer.


También estuvimos en una tienda de lanas, que parece que es algo que hay que hacer, porque aquí se teje un montón. Aunque hay opiniones enfrentadas sobre la lana islandesa, porque es recia y parece que pica de la hostia. Ésta tan bonita y tan bien dispuesta venía de los Estados Unidos.


Y ésta no sé si era británica. Hacer fotos de una tienda de lanas se parece un poco a hacer fotos de los pigmentos que la gente tira en la famosa festividad india esa de los colores.



Y hablando de colores, esta vez fue imposible no ir a la Laguna Azul, una especie de termas con agua reaprovechada de una central térmica, a las que va todo Cristo, porque la cena de cierre de la conferencia era allí. 



El último día, paseando, me encontré una pieza negra de lego en un suelo de grava. Lego es una empresa danesa, y Dinamarca había regido Islandia hasta la GMII.




Ver ese trocito de lego negro en el suelo me hizo acordarme del cuento El Escarabajo, del también danés Hans Christian Andersen:
« Mientras tanto el escarabajo proseguía sus andanzas; había cruzado, el foso navegando en una hoja de col. Por la mañana se presentaron de improviso dos hombres, uno ya mayor y otro jovencito, divisaron al animalito, lo cogieron y, dándole vueltas de todos lados, se pusieron a hablar con una ciencia sorprendente, en particular el muchacho. -Alá, decía, descubre el negro escarabajo en la piedra negra de la negra roca. ¿No dice así el Corán?- preguntó, y tradujo al latín el nombre del insecto, describiendo su especie y su naturaleza.  » 

Era ya casi como estar de vuelta en Dinamarca.