lunes, 6 de agosto de 2018

De esto no estaba al corriente




Pensaba que nada más haría un frío horrible, pero no, también ha hecho un calor horrible. Quejarse del calor húmedo es unas de esas conversaciones formulaicas que hay que ir teniendo de vez en cuando, pero es que resulta que Toronto está a pie de un lago y es húmedo de narices.


El día dos de julio en Canadá es como el cuatro de julio en los Estados Unidos, pero dos días antes. Supongo que con menos fuegos artificiales y fanfarria, y con la misma cantidad de barbacoa per capita.

Cristina, Laura, Rosa y los hijos de las dos últimas estuvieron cerca de Ottawa durante esos días. Laura había estado, en el año en el que yo viví en Ohio, viviendo en un suburbio de Ottawa, y estaba por allí visitando a su familia anfitriona, de manera que fui a verles. Pasamos un día en su casita al lado de un lago. 



Tenían un carlino tan gordo como simpático.


Y estuvimos algo de paso por Ottawa ciudad. Apenas nos dio tiempo de sacar a los niños a un parque con esculturas de seto. La mayoría eran motivos canadienses, como estos bisontes.



O la fiebre de oro, que también llegó a Canadá.



Y evidentemente, la policía montada.


A mí me gustó mucho esta mariquita (de aproximadamente un metro y pico de largo), porque parecía la máquina de escribir de la película de Almuerzo Desnudo.



Por lo demás apenas dio tiempo de sacarle una foto a una pescatería cerrada.




Luego vino Sigrid, que ya es casi de la familia. Estuvo en casa una semanilla y estuvimos viendo cosas por la ciudad. Hay determinadas atracciones turísticas que me he dejado en reserva justamente para cuando venga gente. Entre ellas, estaba Casa Loma.

Como el nombre indica, a pesar de la sorprendente elección de lengua, es un edificio en un montículo. Es más, el proyecto fallido de construcción de un castillo por parte de un magnate de la electrificación de Canadá.


No era el magnate en el que se basó Ciudadano Kane, pero habría sido un buen candidato. Había establos, 



teléfonos dentro de la casa,




y, en definitiva, lujazo.



La casa, después de pasar a ser propiedad de la ciudad cuando el magnate cayó en bancarrota, y aparentemente se usó como centro de espionaje durante la Segunda Guerra Mundial.




Para luego terminar siendo una atracción turística y plató de rodaje para un montón de películas, incluyendo maravillas como Cocktail o Inseparables de Cronenberg.






Hasta te pasaban un documental sobre la vida de ese señor en lo que había sido la cisterna o piscina, ahora reconvertida en sala de proyección. Vimos la película junto a unas monjas budistas.



También con Sigrid acabamos yendo a una tienda de antigüedades donde encontré, en pleno Toronto, un mapamundi danés. También me ayudó a colgarlo.