lunes, 15 de abril de 2019

Camino de algo parecido


La primera entrada de La Menor Intención desde el Reino Unido no está ni tan solo redactada desde el Reino Unido. Ahora mismo estoy en una cafetería en las oficinas de Silicon Valley en las que he estado trabajando esta semana. Casi nada más llegar, hala, doce horas de avión para participar en unas charlas, estrechar unas manos y tener sueño en momentos que no tocan.




Dicho esto, Inglaterra no está mal. He encontrado un piso decente (vamos, un piso que está muy bien pero está enmoquetado excepto baño y cocina) y he pasado por la enésima mudanza. De ventanas anda muy bien, y ya se sabe que las ventanas son un tema importante.






Aquí sale la ventana de mi comedor, que es bastante grande. Como no tenía un pico de geólogo para sacar la escala, me tuve que poner yo ahí. Luego ya me llegaron los muebles y los cuadros. 



Este cuervo atrapado entre dos líneas se parece a estos otros cuervos en el parque de cerca de casa, que parece que estén jugando a Dogville en una pista de carreras





Donde también se podría jugar a esto en el contorno conmemorativo que han dejado para indicar lo que en su día había sido una iglesia.




La casa de al lado va camino de convertirse también en un contorno, parece. A veces, por el balcón semiderruido se pasea un perro.


En esta ciudad, más pequeña que Sabadell, pero con algo más de empaque, gusta decir que tienes de todo sin tenerte que ir a Londres

Y es que a ver, puede que en Londres haya más cosas, pero aquí por ejemplo hay muchos libros y muchas librerías y muchas bibliotecas. Qué soy? Gente!, reza este libro infantil. Podría ser una adaptación infantil de Walt Whitman diciendo que contiene en sí multitudes. Multitudes de vikingos, claro.




A pesar del nombre, no he ido a este restaurante mexicano.


Ni he comprado pasamanería.


Ni he comprado un arma de fuego escondida en una bolsa de supermercado en esta calle.


Ni me he dejado robar el alma a manos del león coronado de ojos vacíos.



Pero sí he aprendido matemáticas con las chuletas que hay en las paredes de un restaurante chino, en el que además de hacer empanadillas chinas al vapor, dan clases de repaso.


Y también saludo cada mañana al recorte de Nelson Mandela que se asoma por la ventana de una academia de idiomas.


Y me dio por debajo de la nariz con el cartel vandalizado de Bateman Street.



A Londres voy de vez en cuando, y veo a menudo esa especie de artesonado con forma de funda de chirimoya en King's Cross.


Y me he tropezado con otras cosas, como el Cutty Sark.


Un caballo encabritado que pasaba por allí.


O una teta que han puesto ahí para hacer campaña para amamantar en público.