Esta noche, por primera vez en mi vida, he salido a llamar a la puerta de los vecinos de enfrente para que bajaran el volumen porque tenían una fiesta. Ya soy un varón adulto, un candidato a dominguero, un usted-no-sabe-con-quién-está-hablando.
No hay timbre, así que hay que aporrear la puerta. Llamé a las dos, y bajaron la música, para volverla a subir al cabo de rato. Llamé a las cuatro, y no me abrieron porque no lo oirían. Seguían escuchando la encarnación danesa de los cuarenta principales. Llamé a las cinco de nuevo, y, descalzo, en chándal y camiseta de propaganda, le metí una bronca en inglés a un chaval de primero o segundo de carrera, cagándome en su madre y diciéndole que, entre otras cosas, estaban mis abuelos casi octogenarios en casa sin poder dormir. La privación de sueño es una fuerza poderosa, aunque me horroriza pensar que pueda pasarme el resto de mis días insultando a los vecinos. En chándal. Con una camiseta de propaganda.
En cualquier caso, lo que decía de los abuelos es cierto. Tengo a mi familia por parte de madre en casa por Pascuas. Pero ya hablaremos de ello más adelante. Lo que quiero relatar, antes de que se me olvide, es lo que he soñado en los momentos en los que el agotamiento superaba el jaleo, ya que en cierto modo también está relacionado con la visita de mi familia, con la idea de viajar y con la cosa ésta de ser nieto.
He soñado que estaba en la ducha, en un futuro ligeramente ciencia ficción, en un cuarto de baño con paredes holográficas como en las casas de Fahrenheit 451, bañándome con un bebé en brazos, rodeado de imágenes de delfines pixelados y otras cosas de temática acuática, como agua, sin ir más lejos.
Entonces, algo sucedía. No sé si era por motivos económicos, de integridad personal, o por lo que fuera, pero tenía que enviar a mi hija de viaje por el tiempo, como los padres de Superman lo hacían por el espacio. No es que la mandara exactamente al futuro o al pasado, sino de viaje por el tiempo, a dar vueltas, a criarse en otro tiempo ajeno al mío.
Fundido en negro, reencuentro en otro momento. En otro momento del tiempo, si es que esta puntualización es de ayuda. Yo tengo unos cuantos más que ahora y mi hija, unos veintisiete. No se me parece mucho, es alta y morena, podría ser de oriente próximo, y mientras nos reencontramos unos tramoyistas van colocando el escenario a nuestro alrededor; un armario alto que resulta ser un trozo de cielo, una cómoda que es a la vez un mueble y parte del fondo. Mi hija sostiene otro bebé en brazos, que todavía se me parece menos. La atmósfera es noucentista.
- Anda, pero si casi parece asiático.
- Sí, es que el padre es filipino.
- Pues si que me tienes que explicar cosas.
Otro fundido en negro y mi nieto y yo estamos en un tren de los que van por el tiempo, no ha venido el revisor y sostengo en la mano dos billetes como los de tranvía de antes, o como los que todavía te dan en los cines viejos, impreso en azul tatuaje sobre papel secante de color vino desleído. El tren es de vapor, y parece que estemos a principios del siglo XIX, como si a medida que avanza la historia retrocediéramos en el tiempo.
- Mira que me conozco esta línea, y cada vez está peor el servicio. Antes era otra cosa.
Mi nieto se ajusta la gorra de plato y se encoge de hombros. "El abuelo, que chochea", pensará. Lleva una chaqueta azul marino con un par de chevrones dorados en cada manga, posiblemente heredada de mí, seguramente de cuando yo trabajaba en el tren temporal.
viernes, 22 de abril de 2011
Antes el tiempo era otra cosa
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:)
ResponderEliminarMis sueños no son tan interesantes, últimamente. Pero cada vez que me siento como en un corto cinematográfico, echo de menos tenerte a mi lado.
Molas, pese a la camiseta de propaganda. Yo, que ya sabes que soy viejo prematuro, suelo gritar a los giris que alquilan los apartamentos para giris ruidosos de delante. Así que tienes todo mi apoyo.
ResponderEliminarPor otra parte, quien sino tu podria buscar una excusa para poner todos esos tas a una entrada.
Dale recuerdos de mi parte a tu madre.
Me ha encantado la descripción del billete de cine. Poesía pura. De verdad.
ResponderEliminarSupongo que el próximo post será la interpretación del sueño. No puedes dejarnos así. Lo esperaré ansioso.
Por cierto. El tren de vapor temporal... ¿tiene que ver con regreso al futuro 3?
el relato del sueño me ha parecido simplemente fascinante.
ResponderEliminaren cuanto a los transtornos psiquiátricos a causa de no dormir bien, diré que he estado tres días en casa de mi madre durmiendo en una cama a la que ya no gusto, levantándome cada mañana de peor humor y que si no hubiera llegado a marcharme hoy, quizás hubiera salido en los periódicos.
poca broma con el (no) dormir.
¡Hector!
ResponderEliminarMaravilloso. :) Eres grande, aun más derrumbando una puerta nórdica en chándal para proteger el sueño de tus abuelos.
Un abrazo, Raul.
Hahaha!
ResponderEliminarÉs bo això de somniar-te de vell i veure't en un futur que s'assembla al present dels nostres avis/besavis!