sábado, 20 de octubre de 2018

Saturno se veía bien





Fui a una cosa de ver los planetas. No a ojo desnudo, aunque Venus sí que se veía. Había estudiantes y profesores de física de la Universidad de Toronto con telescopios en una cancha de tenis. Me gustó mucho ver Saturno.


Unas semanas antes, estuve en las cataratas del Niágara, acompañando a Paw y Maher, dos amigos daneses que vinieron unos días. Y con Daniel, que insistió en darnos una experiencia norteamericana de manual.





Bonito ¿eh? Lo difícil evidentemente es sacar fotos sin que estén llenas de gente.

Las cataratas están muy bien, pero cuando te has metido tres horas de coche con los churumbeles, no puedes volver a casa inmediatamente después, porque se te amotinan.

Para paliar este problema, montaron Clifton Hill. A ver, "hill" es colina, y la colina ya estaba ahí de antes. Pero la casa inclinada, el tren de la bruja, los cines, los sitios de crepes y churros y fritanga dulce, todo eso, lo tuvieron que poner.



Mi atracción favorita, como no podía ser de otra manera, es el minigolf de dinosaurios.



Tiene hasta un volcán que suelta una llamarada cada cinco minutos.

Igual que la extinción triásica dejo paso a otras especias, del minigolf de dinosaurios fuimos a una tienda de caza, pesca y cosas de exteriores que se llama Bass Pro Shop. Por lo visto el modelo de franquicia requiere que todas las tiendas tengan un montón de animales disecados.


Pero un montón, y en todos lados.


Y en eso radicaba la experiencia norteamericana que nos había prometido Daniel.

Bueno, en acabar cenando poutine.


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