La cosa empezó en Praga. Tenía que ir a un curso de los que organizan para los que tenemos la beca esta. De todos a los que he atendido, éste ha sido el que más me ha gustado. Por los contenidos, digo.
Me tenían dicho que Praga era un sitio bonito, y es verdad. Da mucho respeto.
Por desgracia, y al tratarse de un viaje de no-placer, poco pude ver de la ciudad aparte de cuatro o cinco cosas inevitables como el reloj astronómico, el puente de Carlos, etc. No tuve tiempo de practicar un poco de clichelogía e ir a ver las cosas de Kafka y comprarme un cenicero del golem y las muñecas rusas que parece que tienen que tener para que las compremos los europeos del oeste como algo propio de allí. Lo más parecido a un cenicero de golem que vi fue este cortapatatas.
Miento si digo que no tuve tiempo de participar en los clichés de Praga. He aquí mi baño checo.
Y la última imagen, en la estación central, a punto de pillar el autobús a Múnich.
fan de tus pies y el corte de patatas que de alguna forma sí que es verdad que recuerda al golem
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