Cuando pasan muchas cosas de golpe durante varios días, todo se junta en la memoria como si intentarámos pasar la esquina de una revista pensando que hay una animación definida y sólo viéramos fogonazos de anuncios y articulos inconexos que se nos deslizan por la yema del pulgar.
Pero alguna de las cosas de que han pasado en los últimos diez días son más fáciles de recordar que otras, porque incluso las páginas de la memoria vienen numeradas. El otro día cumplí los treinta, y como no tenía tiempo ni ganas de barrer como para organizar una fiesta en casa, fuimos a tomar a algo a algún sitio con césped. Cumplir años tan cerca del fin de curso (y de Eurovisión) suele dificultarme organizar nada, pero parecía que los treinta eran imperativos de celebrar.
Un poco por chiste, y bastante porque el sitio es bonito, nos reunimos en uno de los mayores cementerios de por aquí, que tiene secciones musulmana, católica, e incluso para los muertos ingleses o alemanes (separados) de la GMII. Justamente en la sección alemana pasamos la tarde. En cada lápida hay dos nombres. Si es un hombre, se lista su oficio (generalmente, su posición en el ejército). Si es una mujer, su nombre a secas.
Curiosamente, no todo son soldados. Hay, en la subsección donde estábamos, casi la misma cantidad (unos cuatro mil) de soldados y de refugiados, que acabaron enterrados juntos, en un gesto de amable indiferencia voluntaria.
Mi modesta contribución al evento fue una caja de vino (seducido en buena medida por la marca y la buena relación cantidad/precio). De hecho cuando un varón cumple los treinta y está soltero en Dinamarca se le llama pebersvend, algo así como mozo de pimienta, que viene de los comerciantes itinerantes de la época hanseática. Hay un cuento de Andersen que se llama El gorro de dormir del corredor de pimienta en español.
Lo normal es que, en estas circunstancias, a alguien le regalen un molinillo de pimienta (que no recibí, por cierto). Pero he encontrado variantes de este tipo de rito de paso que unifican, de una forma muy danesa en el peor de los sentidos, el cine Dogma más cabrón y los videos de Jackass más idiotas.
Aunque si yo sólo proporcionaba el vino y la excusa, unos cuantos se lucieron en su contribución. Marek, que sabe mucho de ciencia, hizo un pastel que estaba hecho de nueces y calorías en estado puro obtenidas en el CERN. Mis colegas del departamento (Sigrid, Magdalena y Anders) hicieron dos tartas de nata y grosellas con una vela intelectual como la de Susanna en su día.
Pues eso, que muy bien.
Y con estas cosas se nos va pasando el tiempo.
jo també faré els anys a dinamarca!
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