Existe una expresión en danés y en sueco para cuando no pasa
nada durante un tiempo, y luego todo pasa de golpe: el efecto ketchup,
como cuando uno apreta la botella sin que salga nada, para después
acabar anegando el plato.
Hace dos años y unos cuantos días que me vine a vivir a Copenhague. Quisiera estar teniendo tiempo para medrar en un poco de trascendentalidad percibida como iría tocando. Pero tampoco ha habido tantos puntos de no derivabilidad como para poder uno ponerse trascendental.
De todos modos, el otro día me encontré a Frenazø por la calle, cerca de casa. Seguía teniendo el cubreasientos de plástico color naranja con nosequé escrito en holandés que me dio Magdalena, y el cable roto del cambio de marchas enrollado alrededor del manillar. La rueda de atrás estaba trabada, pero pude llevarlo a peso hasta casa. Fue una pequeña alegría.
Justamente cuando yo celebraba mi segundo aniversario en Copenhague, celebraba Bruni sus veinticortos, así que vino con Jordi ( mi estimado Jordijevi, al que algunos conoceréis) a pasar unos días por aquí, comiendo pan negro y gastando suelas. Aquí los vemos saliendo del tren de la bruja en el parque de atracciones. Acabaron eslomaos.
Y precisamente el día de su cumpleaños, descubrimos una fiesta en el centro, cerca de una de las tres (tres!) sedes de la Cienciología, que otra religión secularizada celebraba sus cincuenta años.
Feliz tupperware a todos. Y por favor, seguid pronunciándolo "tuperbare".
sábado, 25 de agosto de 2012
El efecto ketchup
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Qué vergüensa! >////<!!
ResponderEliminar1. ketchup!
ResponderEliminar2. Frenazø!!!
3. Això explica el bombardeig d'anuncis de cinenciologia que rebo ara a youtube.
Iuhúúú! Frenazø is back! :D
ResponderEliminarUna abraçada ben forta, Raul.