martes, 10 de febrero de 2015

El debate sobre las armas autónomas, los pastelitos y el porvenir




"Ay, vamos a mandar este artículo a esta conferencia, que está muy bien, y si nos lo pillan voy a Austin Tejas a presentarlo". Mi jefe estaba muy animado en algún momento del verano. Nos aceptaron el artículo y luego vio que no iba a poder ir.

"Menuda gracia, me va a tocar ir a mí ahora, con las pocas ganas que voy a tener de pegarme doce horas de vuelo por trayecto". Con esta actitud tan usual de quejarme por defecto, no había pensado que tenía amistades en los Estados Unidos a las que hacía años que no veía. Mandé un par de correos por si acaso, ya que sólo una de esas amistades, Ruth, vive en Tejas. Al final Amanda, la amistad más cercana del año que viví en Ohio, me dijo que podía venir el fin de semana anterior a la conferencia.Y de pronto tuve ganas de ir.



El vuelo fue un engorro, porque no pude dormir desde Londres a Austin. Así que acabé viendo cuatro películas. Al pasar por el control de inmigración me retuvieron en el segundo control por tener "un nombre que podría ser mejicano". Después de verificar que no soy un forajido, me dejaron ir.
 
No iba a los Estados Unidos desde 2008 o así, creo que justamente el verano antes de empezar a estudiar lingüística. Explicarnos Amanda y yo los últimos seis años mientras paseábamos por un barrio impaseable donde todo está a un kilómetro de lo más cercano tuvo algo de trascendentalidad percibida, y mucho de reírse. Ruth por su parte no se acababa de creer que hubiéramos traído pan danés en la maleta porque no nos fiábamos del pan en Tejas (vide infra).

 



Al acercarse Carnaval, se podía comprar king cake, que viene a ser como un roscón de reyes con figurita y todo, que se come en Louisiana por la herencia francesa, y que en Tejas tratan de venderte. A mí tantos colores me hacen más fu que fa, pero en otra pastelería compramos unos cupcakes. Sí, el primero de la segunda fila lleva un trocito de bacon porque es de french toast.


La conferencia en sí fue un poco un tostón. No porque los artículos fueran malos, pero al ser algo bastante generalista, las cosas especializadas de mi campo eran poco interesantes. Además, había muchísimos hablantes de engrish en salas de conferencia demasiado grandes, demasiado cubiertas de demasiada alfombra, hablando demasiado bajito, sin demasiada gracia para hablar y sin acercarse al micro en absoluto. La mayoría de charlas eran la muerte de los mil y un cortes.


La presentación anterior a la mía era de un chico de la UPC que empezó con una imagen de castellers. Con un par.


La mía venía a ser esto.






Todo esto sucedía en un hotel de esos tipo Oficinas de Villano de James Bond, claro.


Y además super en serio. Parece que los temas de ética han pegado fuerte en el entorno académico de IA con los nuevos avances en robots autónomos.


Aunque más que problemas de orden ético, me parece que lo que les preocupa es la responsabilidad legal ante de las consencuencias de las acciones de dichos robots. En la conferencia había muchas cosas de robótica, que tenían su gracia porque son más vistosas que lo que hacemos nosotros de verbos y tal.


Puede que lo mejor de la conferencia a nivel profesional haya sido conocer un poco más a Maria, que entró como doctoranda en octubre. Aquí la vemos detrás de un armatoste de trencadís que había en un cruce, una tarde que salimos a pasear.



Encontramos la casa donde viven los enlaces http rotos.






Paseando, tuvimos tipismo a cascoporro.





Esta Natividad estaba en el techo de un restaurante mejicano.



Un hotel de carretera tenía una señal con forma de estrella cubierta de lentejuelas enormes que ondeaban al viento.










Efectivamente, en Tejas se habla bastante espanol. Aunque algunas veces las traducciones eran algo cutres.



Aquí, por ejemplo, había conseguido un juego lógico como de Lewis Carroll.







Luego las cosas en inglés eran más simples.





En Tejas pega mucho la barbacoa. Que por un lado sí, vale, pero luego sólo un rato. Acostumbrado a vivir en el norte de Europa, donde todo es horrible excepto el pan, que es excelente, el pan de molde de mierda que te sirven con cualquier cosa le dejaba a uno asqueado.


Tuvimos muy buena comida con diferentes grados de mejicanidad. También hicimos algo de compra y claro, encontramos muy buena verdura y bastante buen pescado. Lone Star, la cerveza nacional de Tejas, es flojilla y muy suelta, de esas de beber muy muy fría y tirar el culín sobrante.


Y aquí mi última comida antes de ir al aeropuerto.



Pero bueno, después de una semana de calor humano y del de verdad, había que asumir que la conferencia peñazo se había acabado y teníamos que volver a Dinamarca.




Ahora que tengo que empezar a ponerme las pilas y pensar en dónde ir cuando se acabe el contrato que tengo, al que le queda un año, es imposible no plantearse el Nuevo Mundo.


Tampoco es que la idea me enloquezca, pero tendría que plantearme la posibilidad. En cualquier caso, el norte de Europa no cae muy alto en la lista.


Aunque seguramente el sur de los Estados Unidos, tampoco.